La frontera de Tijuana es la más utilizada en el mundo, tanto para viajes de negocio, de placer o por cuestiones de educación. Lamentablemente ha sido afectada por cuestiones de violencia e inseguridad, pero eso no impide que la gente honrada y trabajadora que migro a Tijuana en busca de nuevas oportunidades de trabajo siga adelante con la esperanza de alcanzar los sueños de mejorar sus vidas.
Tijuana es una ciudad noble no discriminativa abierta a recibir a todos los migrantes que intentan cruzar la frontera o en el caso aquellos que se quedan a vivir en ella. Es una ciudad que está en constante crecimiento y es rica en diferentes usos y costumbres de aquella gente que la habita de diferentes áreas de la republica Mexicana o incluso del país.
Agradezcámosle a Tijuana, todo ese apoyo que hemos recibido de su parte, no tirando basura en las vías públicas, denunciando aquellos delitos que vemos y que mejor los callamos, educándonos y educando a nuestros hijos para poner a Tijuana en alto, y sobre todo ver la realidad en la que vivimos y quitarnos esa venda de los ojos para poder ver las necesidades de Tijuana.
Este seminario me enseño otra cara de Tijuana que yo no conocía, y a pesar que en algunas ocasiones no fue la más bonita y llegue a cuestionarme el porqué estaba ahí, entendí que esa era la verdadera Tijuana, la más sincera y honesta.
Este es el blog comunitario del Seminario de Asuntos Fronterizos, un espacio para compartir y reflexionar sobre nuestras experiencias en este laboratorio cultural.
jueves, 23 de junio de 2011
Reflection on week #5
On Monday, I think I spoke much too when I was asked what I thought about the process of reintegrating students into the Mexican school system. I didn't give myself time to think. I still don't know much about the effects of bullying, but I realized that I actually could relate to these students on some level, and that I minimized their experience.
That lecture made me think a lot about the schools I've gone to, the places I've lived, the life I've had. The schools I attended from kindergarten to twelfth grade were not luxurious, and I really don't think they differ much from the average school in Baja California, at least in terms of tangible resources. And San Diego and Tijuana aren't such different cities; the influence of each others' cultures is visible on every street corner. But there's still a border between them, and it communicates a lot.
When I decided to take this course, many of my friends in Boston told me this would be the easy part of my summer, five weeks with a familiar place before I went into the unknown world of the Middle East. Only a wall separated the two places; they must be virtually identical. I grew up speaking Spanish, my family eats Mexican food on holidays, my own brother is half-Mexican; I'd be in well-known territory. AND I'd be at a Jesuit university, so it'd be just like studying at Boston College.
I have thoroughly enjoyed these past five weeks, but they have not exactly been easy. I can't explain the number of times I felt overwhelmed, confused, isolated or just stupid. And I'm an almost-adult, who came here by choice, for a short, pre-determined period of time. I cannot imagine what it would be like being thrust into this world from my own, or vice versa, as a child or worse, as a self-conscious teenager. The worlds have similarities, but they are certainly not the same, and I think it would be quite a feat not to feel like a foreigner in one of the two.
As I get ready to head home, this will be something I know I'll struggle to communicate, and something that has fascinated me: what the U.S. and Mexico share, besides just a border, and what they don't. My time here has allowed me to better understand my own home but more than anything, it has showed me how much I truly do not understand. I'm almost finished with my five weeks in Mexico, but I still have a lot to learn. I am certainly, however, leaving here with a little more understanding of and respect for the journey that all migrants take.
Kelsey
That lecture made me think a lot about the schools I've gone to, the places I've lived, the life I've had. The schools I attended from kindergarten to twelfth grade were not luxurious, and I really don't think they differ much from the average school in Baja California, at least in terms of tangible resources. And San Diego and Tijuana aren't such different cities; the influence of each others' cultures is visible on every street corner. But there's still a border between them, and it communicates a lot.
When I decided to take this course, many of my friends in Boston told me this would be the easy part of my summer, five weeks with a familiar place before I went into the unknown world of the Middle East. Only a wall separated the two places; they must be virtually identical. I grew up speaking Spanish, my family eats Mexican food on holidays, my own brother is half-Mexican; I'd be in well-known territory. AND I'd be at a Jesuit university, so it'd be just like studying at Boston College.
I have thoroughly enjoyed these past five weeks, but they have not exactly been easy. I can't explain the number of times I felt overwhelmed, confused, isolated or just stupid. And I'm an almost-adult, who came here by choice, for a short, pre-determined period of time. I cannot imagine what it would be like being thrust into this world from my own, or vice versa, as a child or worse, as a self-conscious teenager. The worlds have similarities, but they are certainly not the same, and I think it would be quite a feat not to feel like a foreigner in one of the two.
As I get ready to head home, this will be something I know I'll struggle to communicate, and something that has fascinated me: what the U.S. and Mexico share, besides just a border, and what they don't. My time here has allowed me to better understand my own home but more than anything, it has showed me how much I truly do not understand. I'm almost finished with my five weeks in Mexico, but I still have a lot to learn. I am certainly, however, leaving here with a little more understanding of and respect for the journey that all migrants take.
Kelsey
lunes, 20 de junio de 2011
Cuarta semana
Durante la semana hablamos de la pobreza y la distinción de género, y como lo pudimos ver éste tema es uno de los grandes problemas que existen dentro de México, pero sin embargo en la mayoría de las veces el más ignorado.
La pobreza se define como una situación en que no es posible satisfacer las necesidades básicas, por eso la pobreza está ligada estrechamente al empleo, a los ingresos del trabajo, a la distribución de los recursos o el patrimonio y la falta de educación.
Las causas o los motivos que originan la pobreza son muy grandes y que no se ven pero están ahí , por ejemplo el gobierno influye mucho en eso; aunque trata de ocultarlo por medio de programas para ayudar a la gente pobre pero la gente que está a cargo de hacerlos valer toma ventaja y quiere sacar algo a cambio, un ejemplo es el de las becas que ofrece el gobierno para niños de bajos recursos que la escuela las ofrece después de una módica cantidad de $$ para poder brindársela a los niños, siendo que es gratis. Otro factor que influye es la sociedad ya que hace divisiones sobre el estatus de las familias, en este caso se aplica el cuanto tienes cuanto vales. Por otro lado la economía es el factor que no deja progresar a estas familias pobres ya que estas personas no consiguen trabajo por su nivel social y de educación que tienen y así se vuelven cada vez más pobres al no conseguir trabajo.
Algo que yo veo en la pobreza de México es que mucha gente sufre de diferentes formas. Ya que no tiene recursos para vivir una vida digna,cuantan con viviendas precarias como: casas de cartón, casas de lámina, casas que están hechas de madera, con materiales de demolición, y lamentablemente en la gran mayoría de las veces existe el hacinamiento, y este también es un gran problema que se puede ver como un foco de infección.
La pobreza se define como una situación en que no es posible satisfacer las necesidades básicas, por eso la pobreza está ligada estrechamente al empleo, a los ingresos del trabajo, a la distribución de los recursos o el patrimonio y la falta de educación.
Las causas o los motivos que originan la pobreza son muy grandes y que no se ven pero están ahí , por ejemplo el gobierno influye mucho en eso; aunque trata de ocultarlo por medio de programas para ayudar a la gente pobre pero la gente que está a cargo de hacerlos valer toma ventaja y quiere sacar algo a cambio, un ejemplo es el de las becas que ofrece el gobierno para niños de bajos recursos que la escuela las ofrece después de una módica cantidad de $$ para poder brindársela a los niños, siendo que es gratis. Otro factor que influye es la sociedad ya que hace divisiones sobre el estatus de las familias, en este caso se aplica el cuanto tienes cuanto vales. Por otro lado la economía es el factor que no deja progresar a estas familias pobres ya que estas personas no consiguen trabajo por su nivel social y de educación que tienen y así se vuelven cada vez más pobres al no conseguir trabajo.
Algo que yo veo en la pobreza de México es que mucha gente sufre de diferentes formas. Ya que no tiene recursos para vivir una vida digna,cuantan con viviendas precarias como: casas de cartón, casas de lámina, casas que están hechas de madera, con materiales de demolición, y lamentablemente en la gran mayoría de las veces existe el hacinamiento, y este también es un gran problema que se puede ver como un foco de infección.
domingo, 19 de junio de 2011
Semana 4
En nuestra segunda visita construyendo casas para la fundación esperanza también colaboraron con nosotros un grupo de norteamericanos provenientes de una escuela católica con los que pudimos tener un acercamiento a su percepción de la situación en México. Muchas veces nosotros como mexicanos llenamos de estereotipos a las personas que son ajenas nuestras comunidades poniendo barreras mentales que hacen que las fronteras estén más marcadas. Con un espíritu solidario ellos compartieron con nosotros su interés por ayudar a las comunidades de escasos recursos para otorgar un techo digno de una familia mexicana. Todos dimos algo y recibimos algo a cambio. Al final de nuestro trabajo antes de que la dueña de la futura casa nos diera de comer, los norteamericanos nos compartieron una oración cantada que unió más al grupo vinculando a todos en la canción.
El encargado de la construcción nos comentó sus intenciones por cancelar el proyecto, pues la falta de voluntarios ha estado cada vez peor gracias a la mala imagen que reciben de México. El gobierno estadounidense en su interés por continuar cerrando las puertas a su país para los migrantes ha ido causando daños inhumanos que tienen consecuencias muy violentas que conducen al racismo, a la segregación, a la corrupción etc. Desafortunadamente este efecto llega hasta nuestro país comportándonos de la misma manera con nuestros vecinos guatemaltecos y demás países sudamericanos donde el sueño americano se convierte en una pesadilla.
La verdad al trabajar con fundación esperanza me lleve una impresión bastante positiva, pues al ver gente que viene desde muy lejos a colaborar sin prejuicios dispuestos a compartir y conocer de lo que tenemos. Kimberly la coordinadora del grupo ya estaba bastante sumergida en la cultura de nuestro país en el que disfrutaba y echaba porras a deportistas de nuestro país. Creo que de esta manera es como debemos ayudar a nuestra comunidad más siendo una ciudad que recibe a una cantidad infinita de culturas en busca de una mejor vida.
El encargado de la construcción nos comentó sus intenciones por cancelar el proyecto, pues la falta de voluntarios ha estado cada vez peor gracias a la mala imagen que reciben de México. El gobierno estadounidense en su interés por continuar cerrando las puertas a su país para los migrantes ha ido causando daños inhumanos que tienen consecuencias muy violentas que conducen al racismo, a la segregación, a la corrupción etc. Desafortunadamente este efecto llega hasta nuestro país comportándonos de la misma manera con nuestros vecinos guatemaltecos y demás países sudamericanos donde el sueño americano se convierte en una pesadilla.
La verdad al trabajar con fundación esperanza me lleve una impresión bastante positiva, pues al ver gente que viene desde muy lejos a colaborar sin prejuicios dispuestos a compartir y conocer de lo que tenemos. Kimberly la coordinadora del grupo ya estaba bastante sumergida en la cultura de nuestro país en el que disfrutaba y echaba porras a deportistas de nuestro país. Creo que de esta manera es como debemos ayudar a nuestra comunidad más siendo una ciudad que recibe a una cantidad infinita de culturas en busca de una mejor vida.
Reflection on week # 4
Last Wednesday, when we spent the morning volunteering at another Esperanza site, I was surrounded by the most Americans I've seen since I've been here, and it was certainly an interesting experience. It was nice to hear English for a few hours, and even nicer that, for once, I wasn't the most confused person around, but it was yet another interaction that forced me to reflect on how I appear to others, and why I am here. The volunteers from St. Louis were kind and hard-working, but there was certainly a division between them and me, and especially between them and the other students from our class. This can partly be explained by the language barrier, and partly by the fact that we were strangers, but I also wonder how much has to do with the inevitable distance created by cultural differences.
The few hours we spent with them made me think of a speech I read just before leaving Boston called "To Hell with Good Intentions." In it, the speaker, Monsignor Ivan Illich, boldly tells a group of U.S. volunteers in Cuernavaca to stop "pretentiously imposing (them)selves on Mexicans." I don't agree with everything he says, and I know I'm not even here in Mexico as a volunteer, but I've thought about his words often since being here. I'm spending five weeks reading articles about things I can't relate to - stories of nervously crossing the border, working in a maquiladora, losing family to drug violence -and sitting around a seminar table with people I certainly don't blend in with. Why? Why am I not at home, learning about my own community, serving them? Why do the volunteers come all the way from their church in Missouri to help build houses? What is lost by the ensuing culture clash, and what is gained?
I don't know the answers to those questions, and I'm not sure if anyone else in our seminar does either (though I'd be interested to hear your thoughts.) I only hope that my time here is not a waste, or a detriment to the other people involved, because I really feel like I'm learning a lot, and learning things I could not have from a text book or news article. And I hope that I can apply what I'm learning in my life, that we all can, that these five weeks don't just fade into memory, and that the volunteers from Missouri will be enriched by their time here.
I hope that this description doesn't apply to me, here, or in any of my other interactions with cultures different than my own:
"All you will do in a Mexican village is create disorder. At best, you can try to convince Mexican girls that they should marry a young man who is self-made, rich, a consumer, and as disrespectful of tradition as one of you. At worst, in your "community development" spirit you might create just enough problems to get someone shot after your vacation ends and you rush back to your middleclass neighborhoods where your friends make jokes about "spits" and "wetbacks.""
I hope, instead, that I'm helping facilitate some kind of education by providing my perspective, and that what I learn here will actually be formative and relevant in my career and daily actions. But I can't know that for sure, and this speech certainly makes me even more unsure.
If you have time, I'd recommend reading Illich's speech; you can find it online here.
Kelsey
The few hours we spent with them made me think of a speech I read just before leaving Boston called "To Hell with Good Intentions." In it, the speaker, Monsignor Ivan Illich, boldly tells a group of U.S. volunteers in Cuernavaca to stop "pretentiously imposing (them)selves on Mexicans." I don't agree with everything he says, and I know I'm not even here in Mexico as a volunteer, but I've thought about his words often since being here. I'm spending five weeks reading articles about things I can't relate to - stories of nervously crossing the border, working in a maquiladora, losing family to drug violence -and sitting around a seminar table with people I certainly don't blend in with. Why? Why am I not at home, learning about my own community, serving them? Why do the volunteers come all the way from their church in Missouri to help build houses? What is lost by the ensuing culture clash, and what is gained?
I don't know the answers to those questions, and I'm not sure if anyone else in our seminar does either (though I'd be interested to hear your thoughts.) I only hope that my time here is not a waste, or a detriment to the other people involved, because I really feel like I'm learning a lot, and learning things I could not have from a text book or news article. And I hope that I can apply what I'm learning in my life, that we all can, that these five weeks don't just fade into memory, and that the volunteers from Missouri will be enriched by their time here.
I hope that this description doesn't apply to me, here, or in any of my other interactions with cultures different than my own:
"All you will do in a Mexican village is create disorder. At best, you can try to convince Mexican girls that they should marry a young man who is self-made, rich, a consumer, and as disrespectful of tradition as one of you. At worst, in your "community development" spirit you might create just enough problems to get someone shot after your vacation ends and you rush back to your middleclass neighborhoods where your friends make jokes about "spits" and "wetbacks.""
I hope, instead, that I'm helping facilitate some kind of education by providing my perspective, and that what I learn here will actually be formative and relevant in my career and daily actions. But I can't know that for sure, and this speech certainly makes me even more unsure.
If you have time, I'd recommend reading Illich's speech; you can find it online here.
Kelsey
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